La justicia de los diferentes

La vida es corta, larga, fugaz, frustrante y alegre para quien sufre la perfección de la insolidaridad, del poder, la corrupción y la mentira que están devastando el mundo actual. El sistema monetario se hace fuerte con recursos empobrecidos que hieren al mundo; hay genocidios de hoy que desarman los de ayer; las fronteras existen aun sin vida humana.

Cuando no me rindo, le echo corazón: son sueños ya de gigantes. Quiero multiplicar por mil todo lo que he vivido porque ya no seré más esclava de la libertad. Tropezar no es un delito. He aprendido sola que la justicia se consigue con la ayuda de la neurodiversidad. El rumbo cambiará en un futuro próximo, bailando en un mundo global.


La tormenta pasará

La tormenta pasará; la profundidad vendrá, aunque el aislamiento social esté cada vez más presente. Pero pensar tanto no es un defecto, sino un reflejo de nuestras propias emociones, que le dan sentido a un mundo que corre sin aceptar valores.

La tormenta pasará. Pensar no es un defecto, es un reflejo del alma. En un mundo que corre sin aceptar valores, la sensibilidad es resistencia. Todo vendrá y pasará, pero solo el alma quedará como testigo del cambio, en una humanidad que aún puede prosperar desde la empatía.


La riqueza que no se compra

La diferencia de clases sociales es un motivo para sonreírle a la vida. De todo se puede aprender; de esa unión de corazones que el dinero no logra comprar con sinceridad. Y, con el ruido de esa posible comprensión, la felicidad y la indiferencia en los niños contrastan de forma dolorosa. La política debería escucharlos para construir más riqueza social.


Voces que cambian el mundo

La voz que escucha al corazón es la que transforma el silencio. Hay trenes que se van, aislados de la pobreza y del hambre, pero cuando las voces se unen, el mundo se levanta. Bajo el sol que castiga y entre las piedras que caen, las mujeres encadenadas encuentran libertad en el poder de su voz.

La diferencia de clases sociales no debería ser un muro, sino un motivo para sonreírle a la vida. De todo se puede aprender cuando los corazones laten al unísono, sin importar el dinero. La felicidad y la indiferencia conviven en los niños, pero la política debería escucharlos más para construir una verdadera riqueza humana.

La tormenta pasará. Pensar no es un defecto, es un reflejo del alma. En un mundo que corre sin aceptar valores, la sensibilidad es resistencia. Todo vendrá y pasará, pero solo el alma quedará como testigo del cambio, en una humanidad que aún puede prosperar desde la empatía.


Infancia, valores y espejos rotos

El compromiso, la amistad y la hipocresía conviven en una sociedad cada vez más superficial y temporal. El bullying deja de ser un juego y se convierte en una herida moral que marca a quienes lo sufren. La vida parece desgastar los valores, dejando huellas imborrables en quienes aún creen en la empatía.

El consumismo está reemplazando la sinceridad, el compartir antiguo y la alegría de los momentos pequeños. La competencia entre padres se transforma en una represión silenciosa del propio ser humano, que olvida a la infancia y a la igualdad de oportunidades.

Hoy el dinero sustituye una sonrisa, un canto o diez minutos de juego. Y mientras tanto, el eco de la humanidad parece resonar solo en la infelicidad del otro. Pero todavía queda esperanza si somos capaces de volver a mirar a los niños y redescubrir el valor de lo simple.


La batalla silenciosa de ser diferente

Soy alguien que, en silencio, siempre fue especial, porque fui exigente; me olvidé de lo sencillo, de prestar atención a mí misma. Con un valor que no se ve, una maldición profunda e interna que, como mujer, debo cargar y callar, si no seré injustificada por la sociedad.

La esperanza se preocupa y tú sufres, y te rindes para no sentir que estás sola. Te pierdes en un mundo profundo, empático y divergente que nadie comprende; la herida es fuerte; sigo siendo mujer; compréndeme en unas tijeras que no cortan igual que las de ellos. No quiero equivocarme: quiero puertas abiertas, pero la salida es equivocarme y todos pensarán al revés. Soy consciente, pero pierdo el valor en estas palabras que escribo en cinco minutos desesperados, porque quien pierde la batalla es porque quiere; la justicia está en el dolor. Esto es una incongruencia moral para muchos.


Las altas capacidades en silencio

Recesión de las altas capacidades en mujeres, por mí, por Natalia. Todos buscan un coeficiente en un test que invalida la inteligencia. Están diseñados para un déficit, no para el contrario. Las tareas difíciles son retos. Las sencillas son un hándicap para las emociones y para nuestro corazón, devastado por una ruina económica de alguien que embusca en nuestro perfil; mantienen una lucha monetaria que nos provoca dolor y poca resiliencia a quienes nos sufrimos de verdad.

La maldición de una felicidad que brote antes, de unos focos que iluminan más fuerte, de una etiqueta de una ropa o de sentir frío ante una guerra, un pobre que pasa por tu vista, esto no es alta capacidad para muchos —y los oprime, dice. Afirman que son personas altamente sensibles y que pasa por ello. Mujeres empáticas, profundas y de pensamientos rápidos y divergentes viven en un caudal permanente; no sintiendo la felicidad en una vida que se esfuma en minutos para conocernos, dejarnos, manifestarnos sin dolor, sin prisas y sin juzgarnos. El mundo podría brillar con oros de amor, de justicia y sin sumisiones actuales reales.

🌿 Ser diferente es lo mejor de mí

Ser diferente es lo mejor de mí.
Quiero romper moldes, liberarme, elevar mi voz, porque mi don me guía hacia un destino propio, sin temor ni disculpas. Voy a alegrarme de tener pensamientos valientes.

Como mujer, sé que la batalla sigue encendida. Los recuerdos quedan atrás: hoy abriré la ventana y pisaré firme. El cielo representa la esperanza de un mundo justo, donde la política ofrezca más que poder y corrupción, donde las miradas profundas encuentren igualdad, libertad y una democracia real.

Quiero ser diferente, porque es lo mejor de mí. Me libero, rompo moldes y elevo mi voz, porque mi don me impulsa sin miedo hacia adelante. Me acepto tal y como soy. Me aferro a mis pensamientos valientes como mujer. La batalla continúa, pero el pasado ya no me pesa. Hoy piso firme. El cielo es esperanza, la justicia es mi meta.

🔥 La muerte no es el final

La muerte no es el final: es el principio de la igualdad. En vida, el mérito se mide por dinero, poder, belleza o fama; pero cuando todo se convierte en polvo, ningún título será recordado. El alma será la luz de una humanidad terrenal que al final encontrará su descanso profundo.

No somos un número, somos intensidad. Pensamos y sentimos de forma diferente. La alegría es éxtasis y la tristeza, agonía. Nuestra hipersensibilidad es nuestra gran fuerza para cambiar el mundo, pero también nos expone a la ansiedad y al colapso emocional. Necesitamos comprensión —sí, la vuestra—, no mitos ni etiquetas.

🌸 Mujeres que sienten doblemente

Como mujeres, sentimos la presión de encajar doblemente. A menudo nos camuflamos y nos revolucionamos por dentro, en silencio, y eso nos agota mentalmente.

Queremos ser vistas, no veneradas. Queremos que se reconozca nuestra autenticidad sin exigirnos perfección. Somos fuerza, emoción y pensamiento. Somos la voz que se abre paso en medio del ruido. Y no pedimos permiso para existir como somos.

💫 Un nuevo amanecer

Los recuerdos son pasado. Hoy abriré la ventana y pisaré firme. El cielo vuelve a ser esperanza, y mi voz se alza sin miedo.

Quiero un mundo donde la política sea justicia, donde la igualdad no sea un discurso, donde la libertad no tenga precio.

Me libero, rompo moldes y avanzo. Ser diferente es mi poder. Y desde esa diferencia, seguiré construyendo mi destino.